[Hola a todos y, antes que nada, ¡Feliz Día del Trabajador!. Sé que en Argentina y en muchos otros países estarán disfrutando de un merecido día en casa, o aprovechando para pasear un poco.]
Ahora sí, vuelvo al asunto.
Los muebles que encuentro en la calle tienen, normalmente, algún problema de estabilidad, rotura, piezas faltantes, etc. Por eso mi trabajo tiene una importante carga del arte del ensamblado. Por ensamblado me refiero a todas las acciones que aplico para armar un mueble, arreglarlo si está roto, afirmarlo si está enclenque, fijarle el fondo, etc., etc.
A simple vista, parece el trabajo que delegaríamos en un carpintero, marido o padre. Pero con las herramientas apropiadas, cualquier chica puede hacerlo, créanme.
Acá les presento a mis herramientas más útiles para estas tareas:
Taladro: Mi taladro es más que eso, es un taladro y destornillador con batería recargable. Si bien la batería lo hace un poco más pesado que un taladro con cable, elimina la necesidad de trabajar cerca de un enchufe, o de usar alargues y triples y demás molestias.

Yo siempre creí que el taladro era para agujerear paredes para colgar estantes, espejos y otras cosas pesadas. Reciclando muebles descubrí que no tengo tanta fuerza como para ensamblar un mueble con clavos y martillo. Tampoco tengo fuerza como para atornillar un tornillo a la madera valiéndome sólo de un destornillador. El taladro me permite perforar primero el lugar donde va a ir el tornillo, y el destornillador eléctrico hace la fuerza para que el tornillo quede en su lugar. A partir de que incorporé esta herramienta, no tengo problema en desarmar enteros los muebles que reciclo, porque sé que los puedo volver a armar y que van a quedar más firmes de lo que eran.
Además, gracias a que empecé a usar el taladro, ahora soy bastante más útil en casa. Arreglo cosas, pongo estantes, cuelgo cortinas, de todo. Es un gran hallazgo y lo recomiendo para todas las mujeres que, como yo, se metan a hacer estos trabajos que antes hacían sólo los hombres. El taladro es, sin lugar a dudas, mi herramienta más feminista.
A pesar de que adoro mi taladro, creo que sería mejor tener las dos herramientas separadas (taladro por un lado y destornillador eléctrico por otro) para no tener que estar cambiando mecha por puntas en la mitad del trabajo.
Engrampadora: En general los fondos de los muebles son una chapa de madera finita, engrampada al armazón del mueble. Sacar el fondo ayuda en la lijada y la pintada, así que vale la pena el esfuerzo. Tener la engrampadora hace más fácil el momento de volver a poner el fondo.
Cola de carpintero: Es útil para reforzar juntas que no vayan a recibir mucha presión, o que reciban presión favorable a la unión (ejemplo: fijar la tapa de una mesa o de un banco). La cola de carpintero sólo funciona cuando las maderas tienen buen contacto. Si no es así, conviene usar pegamentos más expansivos.
Martillo y clavos: A veces no hay más remedio que el antiguo sistema del clavo y el martillo. Prefiero la comodidad del taladro, pero si la madera es más o menos blanda, queda más prolijo usar clavos que tornillos.
La etapa del ensamblado es mi preferida porque es la parte más restauradora de todo este trabajo. Es la que le devuelve al mueble la funcionalidad. Y la funcionalidad, como sabrán, es la esencia del mueble.
Ustedes ¿No tienen por ahí algo desarmado, roto o enclenque, que puedan rescatar del garaje, baulera o rincón, para volver a hacerlo útil? Seguro que sí. Mírenlo con esperanza sabiendo que cualquier chica puede hacerlo.
Y si tienen sugerencias sobre alguna herramienta, material o técnica que les haya dado resultado en estas labores, ¡por favor no dejen de compartirla!
Gracias por leerme.
Sole